









En la madrugada del 20 de marzo, Villa Constitución fue tomada por cuatro mil efectivos de las fuerzas conjuntas de la Policía Federal, Provincial, Gendarmería y Prefectura Naval en una acción desplegada por tierra, aire y agua. Centenares de casas fueron allanadas brutalmente, más de 300 compañeros fueron detenidos y algunos quedarían presos sin causa ni proceso hasta por siete años. En esos días de terror fueron colocadas 110 bombas y asesinados 20 compañeros.
Desde esta perspectiva, Villa Constitución es como un gigantesco laboratorio social donde se han experimentado políticas, métodos represivos y de control social, modificaciones profundas de las relaciones de clase en todos sus aspectos (técnicas, económicas, ideológicas, militares y políticas) desde la iniciativa más que inteligente de un grupo económico que ha demostrado estar más de una vez a la vanguardia de las estrategias burguesas por hacer más rentable el capitalismo argentino. Cueste lo que cueste. Villa Constitución resulta así un verdadero punto de concentración de las contradicciones que atraviezan la sociedad argentina en todas direcciones.
Porque Villa representó en esos años uno de los ejemplos más altos de combatividad, conciencia de clase, voluntad de lucha y unidad popular. Porque Villa resultó ser el último bastión del movimiento popular; porque aún resistía cuando Córdoba ya había sido copada por Lacabanne y casi todos los sindicatos combativos y/o clasistas habían sido intervenidos y sus dirigentes aislados por la represión o víctimas de ella. Porque el Villazo no es el fruto de la casualidad o la mera obra de un grupo de activistas, sino el resultado de un prolongado proceso de acumulación política resultante de un ciclo de luchas iniciado en los años 60’ e interrumpido por la fuerza de las armas y el terror en 1975/76’.
“Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe así comenzar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.” Rodolfo Walsh